lunes, noviembre 07, 2011

#Occupy Wall Street y "Los Indignados"

En fechas anteriores a través de Twitter (@juancarlosruize), comenté que mi próxima entrega sería sobre el movimiento #Occupy Wall Street (OWS) y el movimiento de los indignados a nivel mundial.

El movimiento OWS, es una protesta en contra de las desigualdades sociales y económicas, la avaricia corporativa, corrupción e influencia sobre los gobiernos (particularmente del sector financiero y los "lobbyistas"). El eslogan de la protesta, "Somos el 99% - We are the 99%", hace referencia a la diferencia en la riqueza e ingreso entre el 1% más rico y el resto de la población de los Estados Unidos.

Esta forma de protestas sociales, cobra vida en fechas recientes (17 de septiembre de 2011) y se puede sentir como la primera protesta masiva en los Estados Unidos desde aquellas en la década de los 60 que protestaban a favor de los derechos civiles; una sociedad americana generalmente pasiva, pero que al ver los sucesos y consucuencias de movimientos civiles pacíficos y violentos en diferentes naciones del orbe, en especial en el Medio Oriente y Norte de África, se da cuenta que es momento de hacer algo, de decir ya basta, es hora de hacer un cambio.

Si a mi algo me gusta para cualquier discusión en la que participo, es siempre tener cifras a la mano; me gusta hablar con hechos y no con palabras. Facts, facts, facts...

El movimiento pone el dedo sobre la llaga de lo sucedido en Estados Unidos y el resto del mundo con la crisis financiera de 2008, la cual a la fecha ha costado cerca de $20,000,000,000,000 USD (Veinte billones de dólares para nosotros en México).

Para ir entendiendo, les voy a poner primero un ejemplo. Islandia, isla localizada en el Atlántico Norte, tiene una población de 320,000 hab., un Producto Interno Bruto (PIB) de $13,000,000,000 USD (Trece mil millones de dólares - MMDD) y pérdidas bancarias por $100,000,000,000 USD (Cien mil millones de dólares).

Hasta hace poco, Islandia era modelo en el mundo por su tasa de crecimiento económico, su bajo desempleo, su alto estándar de vida y bajísimo nivel de endeudamiento público. Modelo de primer mundo por su infraestructura, producción de energía limpia, producción de alimentos, pesca basada en el sistema de cuotas (no se puede pescar más de lo permitido), poco crimen, excelente educación, buenos servicios de salud; un buen lugar para construir una familia.

Pero en el año 2000, el gobierno inició una serie de desregulaciones que tuvo consecuencias catastróficas. Primero para el medio ambiente y luego para la economía. Empezaron permitiendo la instalación de grandes transnacionales como Alcoa, para construir grandes plantas de fundición de aluminio y explotar las interminables fuentes de energía geotérmica e hidraúlica de Islandia.

Al mismo tiempo se privatizaron los 3 bancos más grandes de la isla. El resultado fue uno de los experimentos más puros de desregualción jamás llevados a cabo. Las finanzas controlaron todo y más o menos destruyeron al país. En un periodo de 3 años, estos pequeños bancos que nunca habían operado fuera de la isla, pidieron préstamos por $120 MMDD, 10 veces más que el tamaño de la economía completa del país. Los banqueros se hicieron ricos e hicieron ricos a sus amigos; se creó una burbuja. El mercado de valores creció casi 9 veces, los precios de las casas casi se duplicaron.

Los bancos crearon fondos de mercado de dinero. Y los bancos aconsejaron a los depositarios a invertir en estos fondos. Este fraude de pirámide requería de mucho dinero. Firmas como KPMG auditaron a los bancos islandeses y no encontraron nada fuera de lo ordinario; incluso las agencias calificadoras americanas elogiaron a Islandia, al grado de otorgar a los bancos y firmas de inversionistas la calificación más alta: AAA.

Cuando los bancos islandeses se hundieron en 2008, el desempleo se triplicó en 6 meses. Todo mundo fue afectado. Incontables casos de personas que perdieron todos sus ahorros. Las autoridades reguladoras que debían proteger a los islandeses no hicieron nada. Pero este es un problema universal, pasó lo mismo en Nueva York, Londres, Hong Kong, Tokio, etc.

Había ganacias privadas masivas y pérdidas públicas gigantescas. Cuando empiezas a pensar que puedes crear algo de la nada, es difícil resistirlo. Los reguladores no hicieron sus trabajo. Tenían el poder de imponer las decisiones que el pueblo necesitaba, pero simplemente no quisieron hacerlo.

Todo comenzó el 15 de septiembre de 2008, cuando Lehman Brothers tuvo que declararse en quiebra, y otro más, Merryll Lynch fue obligado a venderse y sobrevino el colapso de la companía aseguradora más grande del mundo, AIG. Se hablaba ya de una crisis financiera. El Dow Jones perdió 777 puntos en un día, la mayor pérdida de su historia en un solo día.

El resultado fue una recesión global que le costó al mundo billones de dólares, dejó 30 millones de desempleados, duplicó la deuda nacional de los Estados Unidos y envío a 50 millones de personas debajo de la línea de pobreza. Una crisis extremadamente cara. Esta crisis no fue accidental. Fue causada por una industria fuera de control.

Desde la década de los 80, el ascenso del sector financiero de los EEUU llevó a una serie de crisis financieras severas. Cada crisis ha causado más daños mientras que la industria ha ganado más y más dinero.


¿Cómo llegamos aquí?

Después de la Gran Depresión (1929), EEUU tuvo 40 años de crecimiento económico sostenido sin una sola crisis financiera. La industria financiera estaba muy regulada. La mayoría de los bancos eran negocios locales y tenían prohibido especular con los ahorros de los depositarios. Los bancos de inversiones que manejaban acciones y bonos eran pequeñas sociedades privadas, donde los socios ponían el dinero y obviamente los socios lo vigilaban muy de cerca; querían vivir bien pero no apostar toda su fortuna. 

Morgan Stanley en 1972 tenía alrededor de 110 empleados en total, una oficina y un capital de $12 MDD. Ahora, Morgan Stanley tiene 50,000 empleados, oficinas en todo el mundo y un capital de miles de millones de dólares. En los 80, la industria financiera se disparó. Los bancos de inversiones se hicieron públicos y adquirieron mucho capital. Las personas de Wall Street se empezaron a hacer ricas. 



En 1981, el presidente Ronald Reagan, nombró como Secretario del Tesoro al CEO del banco de inversiones Merryll Lynch, Donald Regan. La administración de Reagan, apoyado por economistas y cabilderos, inició 30 años de desregulación financiera. En 1982, se desreguló a las compañías de ahorros y préstamos permitiéndoles hacer inversiones riesgosas con los ahorros de los depositarios. Al final de la década, cientos de esas compañías habían quebrado. Esta crisis costó a los contribuyentes $124 MMDD y a muchas personas los ahorros de toda su vida.

Miles de ejecutivos fueron a la cárcel por saquear a sus compañías. Uno de los casos más extremos fue el de Charles Keating. En 1985, cuando los reguladores comenzaron a investigarlo, Keating contrató a un economista llamado Alan Greenspan. En su carta a los reguladores, Greenspan alabó los conocimientos y habilidades de Keating y dijo que no era riesgoso dejar a Keating invertir los depósitos. Se reporta que Keating le pagó a Greenspan $40,000 USD. Charles Keating fue a la cárcel poco después. En cuanto a Alan Greenspan, el presidente Reagan lo nombró presidente de la Reserva Federal. Greenspan conservó su trabajo bajo los presidentes Bush Sr., Clinton y Bush Jr.

Bajo la administración de Clinton, la desregulación siguió bajo el mando de Greenspan, el Secretario del Tesoro, Robert Rubin, ex-CEO del banco Goldman Sachs, y Larry Summers, un profesor de economía de Harvard. A final de los 90, el sector financiero se consolidó en varias firmas enormes, cada una tan grande que su quiebra podía amenazar al sistema completo. La administración de Clinton les ayudó a crecer aún más. 

En 1998, Citicorp y Travelers se unieron para formar Citigroup, la companía financiera más grande del mundo. La fusión violó la Ley Glass-Steagall, pasada después de la Gran Depresión, que impedía a los bancos con depósitos que participaran en actividades de bancos de inversión. Era ilegal la adquisición de Travelers. Greenspan no dijo nada y la Reserva Federal les dió una exención de 1 año y luego lograron la aprobación del Congreso, en 1999, apremiado por Summers y Rubin, de la Ley Gramm-Bleach-Bliley (Ley de Alivio para Citigroup). Dicha ley cancelaba la Glass-Steagall y abría la puerta para futuras fusiones. Robert Rubin ganaría después $126 MDD como Vicepresidente de Citigroup.

La siguiente crisis llegó al final de los 90. La banca de inversión generó una burbuja en acciones de Internet seguida por un desplome en 2001, que produjo $5 billones de dólares (BDD) en pérdidas de inversión. La Comisión de Valores e Intercambio (SEC por sus siglas en inglés), la agencia creada para regular la banca de inversión no había hecho nada. 

La investigación de Eliot Spitzer (ex-procurador de Nueva York, ex-gobernador de Nueva York), reveló que la banca de inversión promovió compañías que ellos sabían que iban a fracasar.



La paga de los analistas dependía de cuántos clientes traían, y lo que decían al público era muy distinto a lo que decían en privado. En diciembre de 2002, 10 grandes firmas llegaron a acuerdos y pagaron multas por $1.4 MMDD



Desde que empezó la desregulación, las firmas financieras han lavado dinero, hecho fraudes y alterado sus libros una y otra y otra vez.





Credit Suisse fue multado por $536 MDD por lavado de dinero de Irán. Citibank sacó $100 MDD de México, dinero proveniente de cárteles mexicanos. Entre 1998 y 2003, Freddie Mac y Fannie Mae, fueron multados con $525 MDD por exagerar sus ganancias por más de $10 MMDD. El CEO de Fannie Mae, Franklin Raines, quien fungió como Director de Presupuesto de la administración Clinton, recibió bonificaciones por más de $52 MDD. Cuando UBS ayudó a personas a evadir impuestos, fue multada con $780 MDD y además se rehusó a cooperar con el gobierno de los EEUU.



Al principio de los 90, la desregulación y los avances en tecnología, llevaron a una explosión de productos financieros llamados derivados. Los economistas y banqueros decían que volvían a los mercados más seguros. Pero en vez de eso, los volvieron inestables.

Desde el fin de la Guerra Fría, muchos físicos y matemáticos decidieron aplicar sus talentos a los mercados financieros. Y junto con los bancos de inversión y los fondos, crearon, como lo dijo Warren Buffet, armas de destrucción masiva. Usando derivados, los banqueros podían apostar en lo que fuera. Podían usarlos en la fluctuación de los precios del petróleo, la quiebra de una compañía e incluso el clima. Al final de los 90, el mercado de derivados, era un mercado sin regular de $50 BDD.

En 1998, la Comisión de Bolsa de Futuros (CFTC - Commodities Futures Trading Commision), trató de regularlos mediante una propuesta emitida en mayo de 1998. El Departamento del Tesoro, inmediatamente tuvo una respuesta: eran Larry Summers y 13 banqueros que detuvieron la propuesta. Los bancos ya dependían enormemente de estos instrumentos para generar utilidades. Greenspan, Rubin, y el presidente de la SEC, Arthur Levitt, condenaron conjuntamente a la CFTC, y recomendaron al Congreso, mantener a los derivados como productos desregulados.

Después de dejar el Senado, Phil Gramm (quien propuso la Ley Gramm-Leach-Bliley) se convirtió en Vicepresidente de UBS; su esposa Wendy es miembro del Consejo de Administración en Enron desde 1993. Larry Summers ganó $20 MDD como asesor de un fondo que dependía de los derivados. 

En diciembre de 2000, el Congreso aprobó la Ley de Modernización de Futuros, escrita con la ayuda de cabilderos de instituciones financieras, prohibía la regulación de los derivados. Después, todo se disparó, o como dirían, all hell broke loose.

Para cuando George W. Bush asumió el poder en enero de 2001, el sector financiero de los EEUU, era mucho más redituable y poderoso que antes. Dominando la industria estaban 5 bancos: Goldman Sachs, Morgan Stanley, Lehman Brothers, Merryll Lynch y Bear Stearns; 2 conglomerados financieros: Citibank y JP Morgan; 3 aseguradoras: AIG, MBIA y AMBAC; y 3 agencias calificadoras: Moody's, Fitch y Standard & Poor's.

Ligándolas a todas estaba la cadena de bursatilización, un nuevo sistema que conectaba billones de dólares en préstamos con inversionistas de todo el mundo.



Hace 30 años, si alguien solicitaba un préstamo bancario para una casa, el prestamista esperaba que le pagaras de regreso el préstamo. Ahora, mediante la bursatilización, la gente que hizo el préstamo no corre riesgos si no le pagas. En el sistema viejo, cuando un dueño de casa pagaba su hipoteca, el dinero iba a su prestamista local. Como eran préstamos a largo plazo, el prestamista era cuidadoso. 



En el nuevo sistema, el prestamista vendía las hipotecas a los bancos de inversión. Los bancos de inversión combinaban hipotecas y otros préstamos; automotrices, para estudiantes, tarjetas de crédito, para crear complejos derivados llamados Obligaciones de Deuda Colateralizada (CDO - Collateralized Debt Obligation). Los bancos de inversión después vendían los CDO's a los inversionistas. Ahora cuando el dueño de una casa pagaba su hipoteca, su dinero iba a parar en manos de inversionistas de todo el mundo.

Los bancos de inversión pagaban a las agencias calificadoras para evaluar los CDO's y muchos de ellos recibieron la calificación más alta: AAA.



Los CDO's se volvieron populares con los fondos de retiro, que sólo podían comprar valores de alta calificación. Este sistema era una bomba de tiempo. A los prestamistas no les importaba si el deudor podía pagar o no, así que comenzaron a hacer inversiones más riesgosas. A los bancos de inversión tampoco les importaba, pues entre más CDO's vendían, más grandes eran sus utilidades. Y las agencias calificadoras, pagadas por los bancos de inversión, no tenían resposabilidad alguna si sus calificaciones de CDO's estuvieran erradas. No había responsables, no había restricciones.

Entre 2000 y 2003, el número de préstamos hipotecarios anuales se cuadruplicó.



A principio de la década del 2000, hubo un gran aumento de préstamos riesgosos, llamados subprime. Cuando combinaron miles de préstamos subprime para convertirlos en CDO's, muchos de ellos aún recibieron calificación AAA. Los bancos de inversión preferían los préstamos subprime porque conllevaban altas tasas de interés.

Esto produjo un aumento masivo de préstamos abusivos. El prestatario era puesto sin necesidad alguna en un préstamo subprime caro, y muchos de esos préstamos fueron a personas que no podían pagarlos. En muchas ocasiones, el prestatario obtenía hasta más del 90% del valor de su propiedad en dichos préstamos, lo que ocasionaba que con las altas tasas de interés los préstamos se volvieran impagables.